martes, 25 de agosto de 2015

No fue tan fácil. Tampoco tan difícil

No sé si yo soy la única mujer que tiene todas sus bragas destrozadas por las pérdidas de flujo debido al uso de tampones, pero desde luego, es un tema que me trae de cabeza, o bueno, me traía. Desde hace algunos meses me aventuré a utilizar una copa menstrual y ese es un problema que ya no tengo.
Pero no ha sido todo tan fácil tampoco.

Quizás es por la falta de hábito de interactuar con nuestra propia vagina –es curioso, muchas veces nuestras parejas las conocen mejor que nosotras mismas- o porque desde que somos adolescentes siempre hemos utilizado lo mismo y cada vez con un mecanismo más sencillo para que colocarlo sea prácticamente automático. Hablo de los tampones sobre todo.

Desde que tengo recuerdos, esos útiles han evolucionado hacia mini esponjas de algodón que introduces en tu cuerpo sin rozar ni un solo vello púbico. Así que de repente, te enfrentas a un aparato como una copa menstrual y te parece algo imposible de colocar. “¡Es un rollo! Tienes que meter los dedos, ¿no?”, me comentaba una de mis amigas cuando le dije que había empezado a utilizarla. Y, bueno, no nos vamos a engañar, las primeras veces es raro.

La copa se introduce doblándola a la mitad, así que al final no es tan grande como parece, pero sí que hay que introducirla un poco –pero muy poco, tiene que quedar colocada más cerca de la vulva que del cuello del útero, al contrario que los tampones- y sí, tenemos flujos, por lo que se te humedecen los dedos un poco también. La verdad es que yo antes utilizaba tampones sin aplicador. Hace tiempo decidí que el planeta no merecía esos plásticos extra por un poco de comodidad extra. Así que quitando que la copa, a la hora de ponértela, es un pelín más ancha que un tampón, todo eso de los flujos no me supuso un problema.

Pero, una vez colocada surge la gran pregunta: “¿Estará bien? ¿Se me saldrá? ¿Cuánto tardará en llenarse?” Pues aunque es inevitable hacerse estas preguntas, las respuestas serán en la mayoría de los casos “sí, no, mucho”.

Sí estará bien colocada si sigues las instrucciones. Lo que hay que hacer es introducirla doblada y soltarla. Cuando haces eso puedes tantearla con uno de tus dedos para comprobar que se ha desdoblado. Si es así debería estar bien colocada. Aunque, como todo en esta vida, puede que algo haya fallado. En ese caso, es probable que te pongas perdida.

Llegado este punto voy a dar un consejo de algo que yo he hecho para llegar a la conclusión de que no conozco nada mi cuerpo: utiliza salvaeslips las primeras veces. Llevarlo te va a aportar tranquilidad. Nada más. Pronto verás que con la copa no hay fallo.

En cuanto a lo de salirse… no sé si es algo que sentía únicamente yo o es algo que a todas que probamos estos aparatillos nos pasa. Yo, desde luego, pensaba que aquello iba a salir disparado de mi cuerpo como las pelotas de pinpong de la vagina de las artistas tailandesas. Nada más lejos de la realidad, de hecho, el problema que puede surgir las primeras veces aparece a la hora de sacarla. Vamos, que se sujeta de forma natural. Aunque la tensión hace que de paso hagas un poco de ejercicio con las paredes de tu vagina, así que míralo por el lado positivo, no hay tensión que por bien no venga.

Finalmente, y para no aburriros, el asunto de cuánto tarda en llenarse una copa. Pues dura mucho. Pero mucho, mucho. Obviamente, cada mujer es un mundo, pero en mi caso, que soy de las que los primeros días no daba abasto con los tampones, con la copa sólo tengo que cambiarla al levantarme, a medio día y a última hora. Si algo bueno tiene esto es que eres totalmente consciente de lo que es realmente la menstruación. No te desangras, como puedes pensar viendo tus compresas de noche. La verdad es que no se sangra tanto –siempre habla en términos generales, que hay mujeres para todo, especialmente si ya han sido mamás…-.

En definitiva, la copa menstrual intimida, rompe nuestros esquemas mentales, nos lleva a pensar en que significa salir de ese falso estado del bienestar construido por los tampones de usar y tirar, pero no es cierto. Quizás no sea lo más adecuado para ti, pero si no lo pruebas nunca lo vas a saber, y quién sabe, a lo mejor descubres que es mucho mejor de lo que habías probado hasta ahora…  

(Texto escrito para el blog de Ruby Cup)

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